martes, 28 de septiembre de 2010

DECÁLOGO DE LA POLÍTICA PARA EL CRISTIANO


BUEN CRISTIANO, BUEN CIUDADANO


DECÁLOGO DE LA POLÍTICA PARA EL CRISTIANO


I. La política es la búsqueda del bien común promoviendo la realización digna de la persona humana.
II. La Iglesia está llamada a evangelizar la política, es decir considerar la búsqueda de una vida digna para todos, promoviendo estructuras que faciliten una auténtica convivencia humana desde la vocación personal y comunitaria, particularmente a los laicos que participan en procesos políticos.
III. La Iglesia, a la luz del Evangelio y la Doctrina Social, busca el bien común de todos, especialmente de los más pobres, débiles, marginados y excluidos de una manera leal y desinteresada. En esta misión encuentran su sentido las estructuras eclesiales y políticas.
IV. La auténtica democracia es posible solamente en un estado de derecho, basada en una serie de valores humanos y evangélicos fundamentales que posibiliten la participación de los ciudadanos en la vida del país promoviendo una ética política:
1. Dignidad de la persona humana (igualdad) y respeto de sus derechos inalienables
2. Justicia y Solidaridad (opción preferencial por los pobres y excluidos)
3. Estructuras de concertación para activar la participación, diálogo y vigilancia ciudadana respetando las minorías.
4. Verdad y libertad
V. La autoridad política es comunicativa, transparente y receptiva con la población respetando la libertad y la organización llamadla a ejercerse con actitud de servicio, honestidad y sin dejarse llevar por intereses egoístas. Todos estamos llamados a colaborar con la autoridad en la búsqueda del bien común dando vida a las estructuras de participación y no divinizarlas.
VI. Los cristianos tenemos el derecho y el deber de participar activamente en la vida política testificando aquellos valores humanos y evangélicos que promueven el bien común teniendo como fin fundamental la persona humana.
VII. La política de partidos es el campo de acción propio de los laicos llamada a presentar propuestas de gobierno realistas y adecuadas para solucionar los problemas y favorecer el bien común.
VIII. Ningún partido político puede presentarse como el único partido cristiano o de la Iglesia
IX. El futuro de nuestro país y la democracia es responsabilidad de todos. La abstención de votar en las elecciones y permitir el fraude es signo de grave irresponsabilidad y de débil identidad cristiana. El estado está llamado a garantizar el voto de todos los ciudadanos ofreciendo los medios necesarios.
X. El voto no puede estar guiado prioritariamente por intereses personales; se emite libre y conscientemente, favoreciendo al partido cuyo programa favorece más al a la defensa de la vida humana, la familia, el matrimonio, la dignidad de la mujer, de los derechos humanos y a la solución de los principales problemas sociales, siempre de acuerdo a los valores éticos fundamentales


IDiplomado en Doctrina social de la Iglesia


Universidad Católica Sades Sapientiae. UCSS


en Convenio con la Diócesis de Chulucanas


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